Durante la semana pasada hemos estado haciendo actividades al aire libre (aprovechando el buen tiempo) en las que hemos experimentado las posibilidades del movimiento con un soporte musical. O dicho de otra forma, hemos experimentado las posibilidades de la música con un soporte motor. ¿Qué hemos hecho? Juegos de agrupamientos al sonido del tambor, discriminación auditiva de número de golpes, desplazamientos por el espacio siguiendo un patrón rítmico, juegos de desplazamientos lineales y/o caóticos dentro de una estructura rítmica, etc.
Quien pudiera estar viendo la clase, bien podría pensar que era la hora de Educación Física. Pero era la de Música. ¿Tan raro parece esto? Sintomático. Una muestra más del exceso de celo por sectorizar el conocimiento, por parcelar las actividades y recluirlas a un espacio del que no se las deja salir.
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